Seguro que todos ustedes, quien más quien menos, tienen alguno de esos amigos medio "
frikis", amantes compulsivos de coleccionar física o intelectualmente todo tipo de objetos o datos sobre determinado orden animado o inanimado. La verdad es que debo reconocer que entre mis amistades tengo varios que cumplen rigurosamente con dicho requisito y que, incluso entre los habituales de esta Taberna del Olvido, hay quienes practican ese bizarro pasatiempo del
freakismo.
Sin ir más lejos, la propia Juani, hasta que tuvo que encerrarse en su cuarto perseguida por el
Sarcosuchus Imperator que se aposentó en nuestro jardín, coleccionaba botellas y botellines de licores de hierbas y de orujos varios con todo tipo de extraños bichos y objetos dentro. Recuerdo en concreto una botellita de licor nacarado en cuyo interior se podían ver dos colmillos de lo que la Juani defendía a capa y espada que había sido un genuino ¡
hombre lobo gallego!
-. "
Pero Juani, le decía la Flaca -que en eso de colmillos de hombres esta pero que muy bien puesta-,
que sean los colmillos de un hombre lobo ya es difícil, ¡pero que encima el pobriño fuese galego!".
En ocasiones semejantes, cuando se cuestiona la autenticidad de la pieza, todo buen "
friki", que se precie de su condición, suele responder levantando ligeramente el mentón, adoptando cierta pose de dignidad maltratada y guardando, con ademán ofendido, su objeto de colección lejos del alcance del lego, mientras entre dientes masculla una sentencia similar a la de "
está claro que no se hizo la miel para el hocico del burro" o parecida a la de "
si le echas margaritas a los cerdos no te quejes luego de que se las coman".
El caso es que hoy estábamos en la taberna, tomando unos tragos y escuchando las andanzas de uno de dichos coleccionistas compulsivos, cuando hasta nuestra puerta llegaron dos de nuestros habituales con una bonita historia que contar. Naturalmente, se preguntarán, antes de nada, qué es lo que colecciona nuestro compañero "
friki". No se preocupen que no pensamos dejarles con la duda.
Pues bien, agarrense, nuestro amigo colecciona películas; pero no vayan a pensar que cualquier película vale para figurar en su filmoteca. ¡Que va!, eso no tendría ningún mérito. Nuestro compañero de veladas, parandas y proyecciones colecciona filmes en los que aparezcan, como condición indispensable, los "simios".
Precisamente habíamos empezado a charlar sobre dos de estos celuloides de culto que, a pesar de estar separados por una década, coinciden en plantear profundos interrogantes sobre las caracterísiticas esenciales de lo humano, sobre las relaciones sociales y sobre los vínculos existentes entre los hombres y nuestros congéneres simios.


Las películas en cuestión no son otras que "
El Planeta de los Simios", alegoría sobre la condición y el futuro del ser humano, dirigida en 1968 por
Franklin J. Schaffner e interpretada por
Charlton Heston,
Kim Hunter,
Roddy McDowall y
Maurice Evans (nada que ver con las númerosas secuelas con que posteriormente nos han azotado las neuronas) y la magnífica "
Ciao, Maschio", dirigida en 1978 por
Marco Ferreri e interpretada, entre otros, por
Gérard Depardieu,
Stefania Casini,
Marcello Mastroianni,
James Coco y el chimpancé
Bella a quien los protagonistas pretenden dotar de personalidad jurídica y adoptarlo como hijo, dando lugar a una interesante situación repleta de interrogantes sobre lo que de humano hay en la bestia y viceversa.
A algunos de ustedes todo esto de las comparaciones entre seres humanos y simios les sonará a chiste y pensarán que no es otra cosa mas que una idea original llevada al extremo del absurdo.
Yo de ustedes, antes de empezar a reir, leería lo que sigue.
Genetistas de EE UU incluyen al chimpancé en el género humano
Un análisis comparativo de 97 genes revela una similitud del 99,4% entre ambas especies, mayor de lo que se creía Hombre y mono se diferenciaron hace 6 millones de años
Por: Luis Alfonso Gámez / Bilbao / El Correo
El hombre y el chimpancé son parientes mucho más cercanos de lo que se creía, revela hoy un grupo de bioquímicos que ha analizado 97 genes de ambas especies en 'Proceedings', la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Morris Goodman y su equipo de la Universidad Estatal de Wayne han descubierto que las diferencias genéticas entre Tarzán y Chita se reducen al 0,6% -hasta hace poco se hablaba del 1,4%-, por lo que abogan por abrir al chimpancé el género 'Homo'.
Los científicos estadounidenses han examinado genes de seis especies: el hombre, el chimpancé, el gorila, el orangután, los llamados monos del Viejo Mundo y el ratón. El roedor es un intruso que los investigadores han empleado como elemento de control. Los biólogos saben por otros estudios que el último antepasado común de hombre y ratón vivió hace unos 80 millones de años y que las dos especies se diferencian en el 1% del genoma.
Que el análisis de Goodman y su equipo haya dado resultados similares, como así ha sido, es una garantía de fiabilidad para las comparativas con otras especies. Los investigadores han comparado partes del ADN importantes desde el punto de vista de la producción de las proteínas y su conclusión es que el parecido molecular entre el hombre y el chimpancé es del 99,4%. Ésa es la prueba de cargo que presentan en favor de un género con tres especies y dos subgéneros: 'Homo (homo) sapiens' (nosotros), 'Homo (pan) troglodytes' (el chimpancé común) y 'Homo (pan) paniscus' (el bonobo o chimpancé pigmeo). La similitud bioquímica es, dicen, suficiente como para arrinconar una visión antropocéntrica que hasta ahora había tenido al hombre como único miembro vivo del género 'Homo'.
Bioquímica y prestaciones
"La proximidad genética con el chimpancé es tal que puede hablarse de un único género", indicó ayer a este periódico el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga. Al codirector de las excavaciones de Atapuerca no le sorprende la alta similitud genética entre el hombre y su pariente más cercano. "Desde que se comparó nuestro genoma con el del ratón y se vio que se parecen en el 99%, se sabía que el parecido con el chimpancé tenía que ser mayor, porque nos separamos hace mucho menos tiempo".
El equipo de Goodman fecha la separación del hombre y el chimpancé hace entre 5 y 6 millones de años. "Si Toumaï tuviera más de 6 millones de años, no sería un homínido", apunta Arsuaga, quien recuerda que el abanico temporal del fósil de Chad presentado como el más antiguo miembro de nuestro linaje está muy abierto: los primeros estudios estiman que vivió entre hace 6 y 7 millones de años.
A la espera de que se complete el genoma del chimpancé -está muy avanzado-, la comparación de 97 genes confirma que los gorilas emprendieron un camino diferente «un poco antes» que humanos y chimpancés. La propuesta de los científicos de la Universidad Estatal de Wayne implicaría, además, una redenominación de todos los homínidos: desaparecerían los 'Ardipithecus', 'Australopitecus' y 'Paranthropus', y se integrarían en el género 'Homo'.
Arsuaga mantiene que el trabajo de Goodman "nos lleva a la discusión de cómo nosotros hemos cambiado tanto en tan poco tiempo". Chimpancé y hombre son muy parecidos molecularmente, pero a la vez muy diferentes. "Un bioquímico no ve en las moléculas nuestra creatividad ni mala leche. Los paleoantropólogos vemos que, aunque el parecido molecular sea enorme, las prestaciones son distintas".
Una separación lenta
Por: Julio Arrieta / Bilbao / El Correo
Los paleoantropólogos y los genetistas saben desde hace tiempo que los chimpancés y los seres humanos están relacionados como especies y comparten un antepasado común. Sin embargo, existe un debate científico sobre en qué momento y, sobre todo, de qué modo homínidos y chimpancés dejaron de ser dos subgrupos de una misma especie para convertirse en dos especies distintas.
Los científicos están de acuerdo en que el cambio fue gradual y debió ocurrir en África hace unos 6 millones de años, aunque las fechas que se manejan son muy flexibles y cambian cada vez que aparece un nuevo fósil. La separación tuvo lugar en un entorno común y no se debió al aislamiento geográfico de uno de los grupos, como se daba por supuesto.
Hasta hace poco, los científicos suponían que los homínidos surgieron cuando un grupo de primates se separó de sus congéneres y evolucionó de forma independiente en África Oriental. El hallazgo del cráneo del 'Sahelanthropus tchadensis' bautizado como Toumaï, un homínido de 6 millones de años que vivió en lo que ahora es Chad, contradice esa forma de entender el proceso.
Ahora, los expertos creen que lo que separó a homínidos y chimpancés no fue el aislamiento geográfico, sino el genético: se debió a los cambios azarosos en la estructura de los cromosomas. El proceso fue gradual y durante mucho tiempo los precursores de las dos especies vivieron juntos y se mezclaron.
Y bien amigos, tras leer estas noticias, ¿siguen pensando que los argumentos de las dos películas, anteriormente citadas, son realmente tan absurdos como algunos han querido pensar?
Yo, la verdad, es que debo confesarles que no lo tengo aún demasiado claro, pero sí puedo asegurarles que me alegro de saber que no estamos tan sólos como suponíamos.
Realmente espero que al final de nuestro viaje no nos espere ninguno de los dos desenlaces que en ellas se aventuraban.